En no muy pocas ocasiones los proyectos urbanísticos de los alcaldes de las grandes ciudades, les obligan a la tala indiscriminada de árboles. Por lo general, luego de terminado el proyecto -una gran avenida, un complejo industrial, comercial o de vivienda- los árboles no son sustituídos, es decir, sembrados de nuevo. Y debería ser así, porque un árbol en una ciudad es mucho más que un adorno. Un árbol en una urbe «Hace que quepa un coche menos, que haya un poco de contaminación menos y quizá, entonces, un muerto prematuro menos», según lo afirma el investigador Mark Nieuwenhuijsen del instituto ISGlobal.

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